domingo, 19 de abril de 2009

Así es la comunicación.


DSCN3296, originally uploaded by elcalamar.

Y cuando sucede.

viernes, 17 de abril de 2009

De piscinas, medallas y bongs

“Literalmente volaba en la piscina, y ahora entendemos por qué”.

Con esta broma, entre otras, fue conocido y difundido en todo el mundo el incidente del gran campeón olímpico de natación, Michael Phelps, al ser fotografiado –y con la peor leche del mundo, balconeado- fumando cannabis en un bong. (Además, el Rolls Royce de los bongs, según me hizo saber un conocedor del tema, al que respondí con gran emoción: “Como corresponde a un gran campeón”).

Pero más allá de la terrible desgracia que significan esa exposición pública involuntaria y la intromisión en la vida privada de las personas, a las que tan afectas son nuestra moderna sociedad mediática, lo cierto es que el incidente de Phelps revela, una vez más, la inmensa hipocresía y las inocultables contradicciones de la moral imperante en todo el mundo con respecto a las drogas, y muy particularmente, con el cannabis.

Y lo anterior salta a la vista cuando, después del redituable e inmediato escándalo mediático que suscitaron las imágenes, el mundo bienpensante y bienintencionado decidió enterrar lo más pronto posible el bochornoso asunto, especialmente ante la imposibilidad de explicar con un mínimo de coherencia, cómo es posible que alguien que consume alguna droga ilegal puede, al mismo tiempo, ser el máximo triunfador de la historia del deporte olímpico. “Las drogas destruyen, pero si no lo logran te llevan a ser un gran campeón” hubieran tenido que decir estos guardianes de la moral y las buenas costumbres.

Habría que decir, para aprovechar este silencio del oponente, que el gran campeón no consumió marihuana como una forma de mejorar su rendimiento en las aguas olímpicas, sino más bien en un ánimo recreativo y como una decisión personal privada a la que tiene derecho. Si se hubiera tomado una cerveza con esa misma intención nadie hubiera dicho nada. Se trataba, sin embargo, de marihuana, un enemigo público tan fantasmagórico como presente en toda clase de círculos sociales, como lo atestiguan los más de 200 millones de personas que la consumen en todo el mundo sin que hasta la fecha se haya registrado una sola muerte o daño grave a la salud entre ellos.

Lamentablemente, la enorme atracción que ejercen las figuras públicas sobre los públicos consumidores de basura mediática hizo del gran campeón una víctima, a la que incluso obligó a retractarse públicamente, acción que no bastó para impedir el castigo de sus moralmente intachables patrocinadores.

Para el movimiento cannábico, sin embargo, la desgracia del campeón vino a convertirse en una excelente noticia y un tema obligado en el debate: rétese a cualquier buena conciencia a demostrar que la marihuana es tan dañina que debe ser eliminada de todas las sociedades, a pesar del caso Phelps. Confróntese los méritos personales del gran campeón, que lo colocan no sólo como el nadador más exitoso de la historia y como la única persona que tiene por sí misma más oros olímpicos que la inmensa mayoría de los países (México entre ellos, desde luego); y siéntese uno a esperar cualquier balbuceo incoherente sobre los terribles efectos negativos que invariablemente conlleva el uso de la marihuana, según estos guardianes de las buenas costumbres.

Gócese, por esta vez al menos, del poder sentarnos alegremente a presenciar cómo el gran rey olímpico de la época moderna no va desnudo, sino que viste traje de baño y gorro, usa goggles y va cargado de oro, para el inmenso pesar de sus moralinos detractores.

(Publicado originalmente en la Revista Generación, abril de 2009)