miércoles, 12 de mayo de 2010

Estados Unidos: sí, pero no.

En días pasados, el gobierno de los Estados Unidos anunció modificaciones a la estrategia general contra las drogas que ha seguido en los últimos cuarenta años.

La administración de Barack Obama reconoció, a través de tales modificaciones, las limitaciones de la actual estrategia, y prometió más atención a los aspectos de salud, prevención y cohesión social, temas tradicionalmente relegados por la “Guerra contra las drogas”.

La nueva estrategia, sin embargo, no modifica ni un solo presupuesto en la materia, lo que revela un giro, al menos en principio, carente de sustancia real para la política internacional y regional hacia las drogas, dado que el porcentaje de recursos destinados a reducir la oferta de ellas, más allá las fronteras de Estados Unidos, se mantiene en un 65%, mientras que la de servicios de salud, educación, prevención y reducción de riesgos y daños permanecen en un 35%.

Se entiende la dificultad de dar un golpe de timón a una política prohibicionista arraigada por más de un siglo a nivel internacional, y cuyos enormes intereses involucrados, tanto en contratos militares y de todo tipo, como en el inmenso flujo de recursos que significan los activos procesados por el lavado de dinero no serán fáciles de controlar.

Pero la mezcla de señales tampoco parece arrojar luz clara sobre el futuro cercano. Tendremos que “esperar y ver”, como el mismo zar antidrogas declaró hace unos meses con respecto a posibles alternativas regulatorias, para saber si la nueva estretegia se trata realmente de un avance en la materia, o bien significará otra vuelta de tuerca de esta guerra salvaje que no nos lleva a ninguna parte.