lunes, 29 de junio de 2009

Los cruzados y los moros

El Presidente determinó, de un plumazo moral, que Michael Jackson murió por usar drogas. Para acabarla de regar, añadió que un factor para caer en el consumo de sustancias es no creer en Dios.

Aun cuando hay muchas voces ya que se han alzado para denunciar el exabrupto confesional de nuestro Jefe de Estado, es de agradecer que con estas declaraciones quede clara la idea de nuestro mandatario sobre la guerra que él mismo comenzó, de la cual está tan orgulloso, que ha cobrado tantas vidas y que, a pesar de su propaganda, no ha solucionado uno solo de los problemas que dice resolver.

Para el señor Presidente, se trata de una nueva versión de las Cruzadas. Sólo que la tierra santa se parece a Neverland, y los moros somos nosotros.

2 comentarios:

Carmen Tinajero dijo...

A mi también me llamó mucho la atención esa declaración que obedece por supuesto a un fanatismo que eleva a nuestro presidente al salvador de un mundo que desconoce por completo, la realidad de los seres deseantes, es decir vivos.
Él sabe a-priori las causas del suicidio de Michel Jackson mientras que yo me pregunto si no habrían sido las drogas las que lo hacían bailar y cantar con la genialidad que lo hacía. ¿Que lugar ocuparán las drogas en la vida de Jackson?, y pienso que tal vez lejos de haber sido su desgracia fueron la fuente de la luz que lo hizo ser tan popular, no sé, pero me permito no saber para poder preguntarme y escuchar a los otros.
La guerra santa de Calderón contra las drogas acarrea la desgracia simplemente por atribuir a Dios y a las drogas tanto poder y constituirse en paladín del "bien" que ejerce como dices Jorge, como un cruzado con su espada de muerte contra los que dice defender.

JHT dijo...

El comentario de hoy 5 de julio de 2009, de Luis González de Alba en Milenio. Es perfecto.
"Soy ateo y a pesar de eso ni siquiera he aprendido a fumar tabaco. Pero me recetó el Presidente una peregrina tesis según la cual es la falta de algún dios lo que conduce a la droga. Afirmación sin fundamento alguno, y profundamente estúpida cuando sabemos que todos los narcos son devotísimos, la mayoría del catolicismo, y van cargados de enormes medallas de oro guadalupanas. De donde se podría concluir, con lógica presidencial, que ser guadalupano conduce a la droga… y sí, sí lo creo."